La España Vacía o la mal llamada ‘España Vaciada’
Los que, por el motivo que sea, nos vemos en la necesidad de desplazarnos por entornos rurales y fuera de las vías más concurridas de comunicación, observamos el inmenso vacío de algunas zonas de España. Basta un viaje en coche de Burgos a Sigüenza, por ejemplo, y una vez conectemos con vías secundarias, en el que en días de máximo tráfico nos cruzaremos, en algunos tramos, pero a lo largo de todo el viaje, con 20 vehículos como mucho y en días normales con ninguno o con la excepción que confirme la regla: la densidad de población en esa inmensa zona es inferior a la de Laponia. Es un viaje de tres horas por el inmenso vacío.
Es un hecho constatado que entre 1950 y 1970 millones de personas vaciaron esos ya de por si pequeños pueblos para ir a Barcelona, Bilbao o Madrid. También a Valencia y Sevilla, creando una España urbana frente a la España rural en abandono. Haciendo que España a nivel de geografía urbana parezca un enorme y gigantesco donut. Tal y como lo refleja Sergio del Molino en su libro La España vacía. Basta ver una fotografía nocturna para ver las zonas iluminadas y las zonas oscuras para confirmarlo. Ese abandono ha llegado hasta nuestros días y ahora la llaman la España vaciada buscando culpables a diestro y siniestro. Y usándolo como arma arrojadiza en las luchas políticas que no conducen a ninguna solución, al menos hasta la fecha.
La realidad es más simple y compleja a la vez. La automatización en el sector agrícola desplazó a miles de trabajadores que sobraban o solo eran necesarios en momentos muy concretos. El transito hasta la automatización y la dureza del trabajo hicieron el resto y se produjo una enorme migración de lo rural a lo urbano. Era mejor vivir transitoriamente en una chabola de una ciudad que morir lentamente en la nada y sin posibilidad de prosperar. Ahora se puede producir el camino de vuelta debido a las mejoras de las condiciones de los trabajadores agricultores, que cuentan con todos los elementos de comodidad en esos trabajos – desde aire acondicionado a GPS de cosechado -. También debido a la presión de la ciudad y a la perdida de calidad de vida que hacen mas atractivo el retorno a los pueblos – menor coste de la vivienda, mejores condiciones para los niños, menos contaminación, mejora de las vías de comunicación con grandes urbes, administración electrónica, teletrabajo, etc-.
Volviendo al hilo central, en realidad, ese vaciamiento siempre existió porque desde hace siglos se dio la espalda a zonas completas de la península. Como dijo Mostesquieu España ha hecho descubrimientos increíbles por medio mundo y desconoce su propio territorio. Y era cierto, Galicia enviaba personas y personas a la emigración a Iberoamerica que jamás habían visitado el resto de la península. También Extremadura, por no hablar de las islas. También Franco lo dejo escrito; la mayoría de los españoles desconoce la España rural y sus condiciones y se centra solo en las capitales…otra cosa es lo que hizo para solucionarlo más allá de inundar numerosas comarcas para crear embalses, necesarios seguramente, pero sin alternativa real a los ocupantes desalojados. La urgencia política de los 70, 80 y 90 no ayudó, ya en democracia, a mejorar las condiciones de vida en esos pueblos. En realidad, la España invertebrada viene de siempre y por eso llama la atención que ahora unos y otros quieran sacar tajada o redito político de ello. Pero en la permanente campaña política cada voto cuenta.
Sin embargo, esa situación puede ser también una oportunidad que, si realmente interesa a los políticos y empresarios, puede servir para generar un nuevo modelo productivo que afecte a nuestra industria turística pero también a la energética, a la agricultura, a la ganadería, y a nuevas oportunidades de desarrollo local para ayudar a cambiar el modelo productivo. En primer lugar, ganar 1000 euros en Madrid es una miseria, pero ganar 1000 euros en algunas zonas de España interior es una oportunidad de ahorro para generar posteriores inversiones. Y aquí, justo aquí, es donde se acaba el predicar y comienza el dar trigo. A todos los que se les llena la boca con la España vacía o, como la llaman ahora, vaciada – como si hubiese una mano negra impulsando su vaciamiento – les ofrecemos y pedimos una estrategia de desarrollo local que, sin duda, es un mejor modelo de desarrollo que los intensivos apoyados y promovidos por todas las administraciones que mantenemos en nuestra querida España.
La necesidad de reducir las emisiones de C02, el desarrollo y avance de las renovables, la mejor construcción y los medios para reducir los calores y fríos extremos, sin duda, van a ayudar a un lento pero necesario reajuste. También las mejoras de vida ya enunciadas anteriormente. Pero eso no puede ser solo fruto de las iniciativas individuales. Debe ser fruto de una estrategia de reindustrialización que compense la desindustrialización a la que España se sometió en los 80 del siglo pasado.
Sabemos que es una tarea colosal, que inversiones como los programas Leader de la UE y otros, apenas han logrado impacto real. Podemos y debemos elaborar planes de desarrollo local que contribuyan a crear empleo y empresas. Por supuesto, lo primero que se ha desarrollado es casas rurales, mesones, hoteles, pero sería repetir el modelo que justamente debemos ir transformando. Es mejor un taller de hierro de cierto nivel que un hotel de igual calidad. El hotel es si o si. Dada la belleza de algunas zonas y el deseo de las grandes urbes de buscar tranquilidad y descanso. Especialmente si podemos exportar esa forja a otras zonas de España o de Europa.
La empresa catalana que es la tercera empresa de yogures trabajando con personas con problemas mentales, en un entorno rural, es un buen ejemplo. Lo mismo que Gullón que se ha transformado en una multinacional con base en un pueblo que a su costa, o gracias ella, ha crecido mucho. Tanto que igualmente exige compensar esa dependencia. Todo ello por no citar a Inditex que desde un pueblo de A Coruña ha llegado a establecer miles de puntos de venta en todo el mundo. Ese es el camino para transformar nuestra economía y lograr una España interior menos vacía y de paso cambiar el modelo económico, hacerlo menos dependiente del monocultivo turismo, hostelería y servicios. No todo puede ser servicios, no todo puede ser turismo – aunque sea de interior -.
La España interior presenta numerosas oportunidades que no han comenzado ni a explorarse y que los programas ejecutados hasta la fecha no han contribuido a desarrollar en modo alguno en su verdadera potencialidad.
La experiencia de La Exclusiva en Soria y Burgos no muestra un camino para afianzar personas al territorio.