La economía social como alternativa y oportunidad, por Luis Enrique Espinoza – 1 de 4
La crisis sanitaria actual, igual que ocurrió con la crisis económica de los pasados años, ha puesto en valor y dado visibilidad a la Economía social como modelo de empresas, de empleo sostenible y de emprendimiento. Una vez más, en esta situación de crisis la Economía social ha mostrado su resiliencia por su mayor capacidad de adaptación y supervivencia a un entorno de cambio, debido a la flexibilidad, a la autogestión, al compromiso de las personas que forman parte de las mismas y a la capitalización de los resultados y beneficios.
La incentivación de creación de empresas de Economía social está demostrando ser una política efectiva para la creación de empleo sostenible y para el autoempleo colectivo. También es un modo efectivo de empleo para personas con dificultades de inserción en el mercado laboral. Se trata de un empleo de calidad, estable, sostenible, participativo y responsable, en el que la conciliación y los cuidados tienen especial atención.
La Economía social es una oportunidad de dar respuesta, a través de iniciativas de emprendimiento social, a las necesidades sociales y territoriales, creando empresas y generando empleos estables y de calidad. Tiene además un importante potencial en la consolidación y desarrollo de empresas existentes, a través de la intercooperación, por la flexibilidad del modelo cooperativo, la capacidad de organizarse en redes, compartir recursos, acceder a mercados, etc.
Son empresas y entidades vinculadas al territorio, contribuyendo a la vertebración, a la generación y mantenimiento de la actividad empresarial y del empleo, ya que no se deslocalizan, lo cual es especialmente relevante en una región como la nuestra donde el medio rural precisa de una acción positiva que evite la despoblación.
Estas empresas suponen además una manera de construir nuevas formas de colaboración entre lo público y lo privado, y de participación entre todos los agentes implicados en la sociedad. También contribuye al crecimiento sostenible e integrador y la cohesión social, objetivos clave de la Estrategia Europea 2020.
Se percibe una mayor demanda de “otros” modelos empresariales, que integren a las personas, que no generen desigualdades, que permitan la participación y que arraiguen al territorio a las personas. Sin embargo la Economía solidaria y la Economía social en su conjunto están poco extendidas, por lo que existe un importante desconocimiento de este modelo y de sus contribuciones a la sociedad.
Las entidades y empresas de Economía social son pymes o micropymes mayoritariamente, lo que dificulta su competitividad. Su potencial de crecimiento es limitado por ser muy dependientes del mercado local, con escasa internacionalización, así como por tratarse de entidades y empresas situadas en la considerada “parte baja” de la cadena de valor. Tienen además dificultades importantes de financiación debido a que son generalmente autofinanciadas por las personas trabajadoras, por tanto con una limitada capacidad, así como mayores limitaciones de acceso a financiación ajena debido a sus costes y sobre todo a las exigencias de garantías.
Difundir la Economía social como modelo alternativo y vencer las dificultades señaladas son algunos de los desafíos para su expansión.
Luis Enrique Espinoza Guerra
Secretario de REAS CLM, Red de Economía Alternativa y Solidaria de Castilla La Mancha.